Carrie se vio traicionada en el comienzo de esta tercera temporada. La que debería ser la serie del momento no goza de la promoción adecuada y, tal vez por eso, los premios no han llegado como lo hicieron años atrás. Aunque la temporada comienza ahora, así que demos una oportunidad a la producción más intrigante del momento.
Las lágrimas de Claire Danes son honestas, su mirada no esconde más que rabia, desazón e impotencia. No es la mejor tarjeta de visita para una cara bonita, pues vemos a la Carrie más fea hasta el momento, pero rellena un personaje con matices sobresalientes al borde de la catatonia. No toma la medicación que debería, y está muy cerca del colapso. Además, el estrés al que se ve sometida por la situación en la CIA provoca un desenlace de su conducta adecuado pero insostenible, lo que consigue que atendamos a sus acciones con total dependencia. Este trabajo, sobre todo de interpretación, es digno de mención, pues no siempre el personaje principal sabe echarse a la espalda todo el peso de una serie cuando su antagonista (en este caso, Brody) no aparece. Una gran actriz.
Su plan para defenderse de la traición es harto equivocado. No sigue las reglas que ella misma haría seguir a cualquiera en su situación y acude a una periodista, primer error. Oculta parte de información a familiares, por lo que perderá su confianza, segundo error. Y por último, aunque lo más importante, no atiende a la estrategia del propio Saul, que guarda algún as en la manga con su impulso directo sobre Irán. Esto último no resulta explícito en el capítulo, pero es lo que entendemos de un personaje que se comporta tan fraternalmente con ella y que nos ha otorgado garantes de confianza con anterioridad. Al menos, confiamos en él.
La pregunta es ¿no estará llegando Saul Berenson demasiado lejos al apartar a Carrie, vía psiquiátrica, de la CIA? De este modo, nunca podrá volver a formar parte de la agencia. Queremos un pronto desenlace de los acontecimientos, y nos gustaría ver a Carrie en mejores situaciones, resolviendo algún caso o intentando adivinar, como antaño.
Los otros temas a tratar son: la nueva vida de Dana (hija de Brody) y la polémica iraní con una analista experta y la trama de bancos. Dana se ha enamorado y asistimos a sus primeros escarceos con otro joven interno del psiquiátrico, imágenes agradables, de calma, aunque nada conmovedoras. Aportan algo de pausa a un capítulo de nervios, pero nada más. Lo más remarcable es el breve discurso de la joven ante su madre para convencerla de su vida tranquila, sin más intentos de suicidio. Sinceras palabras de una boca que parece madurar más que la belleza de su madre, que siempre repite expresiones. Por su parte, la analista de pañuelo al cuello se ve sorprendida por un Saul de poca paciencia, el insulto sobre su trabajo y su religión resulta desconcertante y duro. Ella sale al paso con un trabajo excelente y Saul parece responder con mejores palabras.
Cuesta creer que todo se resuma a la mera apariencia. Las distintas caras de Saul (seco y profesional con sus compañeros, despiadado con los nuevos y cariñoso y cercano con Carrie) nos hacen pensar en un posible giro, y en él tienen que formar parte tanto la analista como Peter Quinn. Los dos están en el ajo de los bancos, y ahora sabemos que tienen conexión con los objetivos que despacharon en el anterior capítulo. Y para más certeza, Saul comenta ante Peter que todo cobrará sentido más adelante, aunque por ahora el tema con Carrie parezca una locura.
Seguiremos cuidando de Carrie, confiando en su regreso y la vuelta al trabajo junto a Saul. Brody continúa en paradero desconocido y algunos personajes siguen sin aparecer, pero hemos perdido la cuenta de si murieron en el atentado.
Medicación también para nosotros, que este tramo de la serie ha sido de infarto. ¿Cómo crees que se desarrollará a partir de ahora?
Por Javier Moreno
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