Vuelve la serie favorita de los fervientes amantes de la intriga. No es sólo Obama la única celebridad que ha declarado su amor por la serie de Claire Danes y Damian Lewis.
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Carrie se ve traicionada, la CIA parece a punto de ser desmantelada, la hija de Brody vuelve de la rehabilitación tras haber intentado el suicidio, Saul se hace cargo de la agencia, pero se mueve con miedo. Esas son las novedades a fin de cuentas, aunque se introduce sensiblemente la sospecha de un topo en el equipo, alguien que pretende chafar la intención de Carrie con filtraciones.
Los objetivos asesinos de la CIA cumple con exquisita eficiencia, aunque con los propios daños colaterales. Sin embargo, lo que se repite en el episodio es una terrible sensación de duda. Duda por la terrible injusticia a la que se ve sometida quien defiende del modo más valiente a su país y ve castigadas todas sus acciones en nombre de la defensa del país. Esta aparente contradicción baña de imágenes patrióticas el comienzo de una serie que desluce en su arista promocional. Y estas imágenes se acompañan, acertadamente, de la visión de Carrie, impotente y asustada.
Es un capítulo perfecto, de información, tensión, adelanto y recuperación. El ritmo vuelve a ser irregular, de momentos lentos y finales asfixiantes. No puedo más que recomendar la adhesión a nuestra adicción por Homeland, todo serán buenas sorpresas.
Por Javier Moreno
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