Jeremy Podeswa es el director de este capítulo que goza de algo más de templanza. El discurso sigue siendo algo empalagoso, pero eso es cosa de Sorkin. El formato gana en solidez y creatividad para dar paso a un engranaje menos previsible.
Nuestro presentador de noticias tiene un mal día, excusa suficiente para comenzar la trama. Un tipo de anchos hombros lo acompaña día y noche y acude al terapeuta para conseguir una medicación, aunque lo que en realidad busca es una solución a su insomnio, provocado por varios detalles que ayudarán a llegar al asunto principal con la ayuda del doctor.
Como si de Tony Soprano se tratara, Will aborda al médico con insolencia y poder, pero según avanza el capítulo pierde fuelle y se viene abajo para comprender su problema. Su infancia algo turbia es la justificación de unas malas actuaciones tanto a nivel personal como profesional, y sobre eso se centra el capítulo. Su entrevista con un político afroamericano y gay es la oportunidad para ensartar el mismo discurso de siempre. Por otro lado, el trato a la gran Sloan (personaje que me encanta y que espero ver con asiduidad) le hace precipitarse en un trabajo y conlleva su suspenso de empleo mientras que se dirime si su japonés es fluido o no. Se ven situaciones tensas, otras de más humor, pero reina la calma en este episodio de aprendizaje. Aunque suceden demasiadas cosas en él, todo gira en torno a la sesión psicológica del doctor Habib, lo que brinda la posibilidad de conocer los acontecimientos con otra estructura narrativa a nivel cronológico.
¿Crees que las interpretaciones algunos personajes propios de un único capítulo (como el corresponsal egipcio o el político gay) están a la altura? ¿Cual es el personaje que más potencial tiene para vosotros?
Por Javier Moreno
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