Ansiábamos volver a encontrarnos con la oscuridad de Scorsese. Su producción y asesoría sigue ofreciéndonos los capítulos de la serie mejor elaborada de la actualidad.
Nucky Thompson vuelve a las andadas mucho más cuidadoso. Reanimar las viejas y derruidas amistades es la única salida, aunque la fuerza ha de rehabilitarse. En la red de mafiosos que pueblan New York y Atlantic City hay demasiados nombres presumibles, con caracteres gigantescos y de ánimo retorcido. Y el modo en que se desenvuelven los personajes es uno de los puntos fuertes de esta serie, que engancha como pocas. Aparecen casi todos, como era de esperar, ya que se trata del primer capítulo de la 4ª temporada y debemos recordar muchos acontecimientos y rememorar en qué situación habíamos dejado las relaciones hasta entonces.
En su personal venganza, en nombre del mejor personaje por su arco y pasado, Darmody, nuestro cara-cortada emprende más ataques con prefijado destino. Con un solo ojo, nunca falla con las balas, que dosifica con gracia para que el capítulo tenga su firma cada ciertos minutos. No resumiré el episodio, pues es mejor que lo veáis, pero he de decir que se trata de una maravilla estética, además de buen enlace entre temporadas. La oscuridad de los turbios negocios, tan fielmente retratada como siempre, las conversaciones al límite sin sonar huecas, los personajes de cargados de tensión, las luces de una fiesta en la que la música no para de sonar mientras los grandes oligarcas de la sombra se enriquezcan. Todo regado con un buen bourbon.
Me reafirmo acerca de que estamos ante la mejor serie del momento, y con este capítulo vemos que incluso en escenas introductorias lo clavan para hacerlas interesante. A la dirección, el indudable Tim Van Patten, quien merece un marco en su nombre y que se le recuerde por los siglos de los siglos. El ritmo sufre los gajes de la narración entrecortada, pero era inevitable.
Genial, cruda, directa e interesante en todo minuto.
No olviden recomendarla.
Que siga la fiesta.
Por Javier Moreno
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