Capítulo veleta que nos asombra con algunos tramos y nos aburre con otros. La tensión sigue in-crescendo en la temporada y va mejorando la intensidad de la trama, como era previsible. Pero hay demasiados puntos de mercado en esta entrega. Me explico.
La vida más allá del muro no genera ninguna acción interesante, pero se pasa el testigo como anunciando que pronto ocurrirá algo. El funeral también parece un mero trámite que vemos con atención pero que permanece en la nimiedad argumental. La despedida de Arya de Hot Pie queda un tanto de cuentecillo infantil, y sin ser desdeñable, carece de la fuerza de la serie como conjunto. Sin embargo, da la sensación de que esa relación recién comenzada y acabada puede reflejarse en el futuro. O tal vez se hayan cargado a un personaje secundario, simplemente.
La cosa mejora, y Daenerys nos ofrece una conversación también dentro de la jerga de mercaderes. Negocia su nuevo ejército y ofrece uno de sus dragones. Nos asusta la idea de que la Khaleesi se deshaga de ellos, pero finalmente acepta entregar al más grande. Una locura que era necesaria para la continuación de una vida como la suya, llena de lucha, sacrificio y dificultades. Su sino no será ganar o perder el trono, sino el camino hacia esa batalla.
Pero la escena de más expectación corre a cargo del enano de los Lannister. Joffrey no aparece en el capítulo, así como Sansa y otros más, pero Tyrion protagoniza una escena muy cómica frente a su padre y los hombres de confianza del reino. Se sientan a una mesa buscando los favores y honores del patriarca de los Lannister, cada uno con sus intereses. Viéndose último y demostrando su astucia rebelde, el MedioHombre agarra una silla de un lateral y la arrastra ruidosamente hasta la otra punta de la mesa para presidir junto a su padre. Estos segundos, que bien pueden ser minutos, discurren sin diálogos, sin nada más que una actuación lenta y programada. Una demostración de templanza en la dirección y de una interpretación que se nos antojaba necesaria.
Y aunque el episodio estaba resultando del montón, estos tipos saben cómo arreglarlo en cuestión de minutos, así que nos dejan lo mejor para el final, con la boca abierta y la mirada en nuestros compañeros de viaje. Las palabras que se escuchan al terminar son: "¿En serio?" "Qué cabrones" "Noo" "¿Y nos dejan así?"
Jaime Lannister sigue su treta en la que chulear por su labia. Consigue que no torturen a Brienne, y con más palabrería parece que va a conseguir favores por ser muy valiosa su vida. Entonces, en un giro estupendo, aunque algo previsible, colocan al Matarreyes sobre un tronco de madera y de un hachazo le cortan su mano derecha. Recordemos que era uno de los 3 mejores con la espada, y sin esa mano se convierte en poco más que mercancía sin valor.
Casi todos los cortes de este capítulo suceden como pasos dentro de una compra, de mano en mano, como intermediarios, sin acceder a gran información. Es cuando se llega al final cuando abrimos el paquete y nos encontramos con algo interesante que asimilar. Un mercadeo de pura especulación de guión, pero con buen gusto.
Por: Javier Moreno
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